Siempre he sido una fanática de la historia. Me
resulta fascinante la manera en que las costumbres y vivencias del pasado han
ido evolucionando hasta llevarnos a la realidad que vivimos hoy, y por eso
indagar en los detalles y los procesos que se dan a medida que van pasando los
siglos, así como entenderlos en el contexto donde se producen desde el punto de vista sociológico,
económico y político me parece una experiencia maravillosa.
Específicamente la historia de las artes (plásticas
y escénicas) y de la moda son de las
historias más interesantes para mí, puesto que son el reflejo artístico de la
realidad, ese escape único que tiene el espíritu humano que nos dice mucho de
cómo vemos el mundo y cómo nos identificamos con él.
Con respecto a la moda por ejemplo, siempre se ha
visto la historia del traje y de la moda como un proceso en común, cuando en
realidad son procesos paralelos que se unifican circunstancialmente pero se dan
por razones completamente distintas: el traje o la indumentaria son simplemente
el conjunto de prendas de vestir que cubren, adornan y protegen el cuerpo,
mientras que la moda en cambio constituye un mecanismo regulador de las
elecciones en el vestir, condicionado por una serie de criterios subjetivos
asociados al gusto colectivo en cada momento histórico. En este sentido, la historia de las primeras
civilizaciones, desde la prehistoria hasta el imperio bizantino constituye la
historia de cómo evoluciona el traje y la indumentaria en función de las formas
de vida, los avances que se hacen en tejidos, técnicas de tratamiento de los
mismos, materiales, etc. mientras que las civilizaciones desarrolladas desde la
edad media en adelante ya manejan una serie de elementos propios del concepto
de moda que conocemos, asociados con la variación constante, el poder
adquisitivo, la diferenciación, la pertenencia social, la identidad, etc., que
se van reforzando en cada momento histórico por circunstancias concretas (que
no vamos a tocar en este post), hasta llegar al concepto que tenemos de la moda
en la actualidad: todo un sistema económico-social-cultural instaurado a nivel
mundial que determina las formas de vestir en función de unas tendencias y un estilo propio
determinado en principio por las casas de moda, que es legitimado (o no) por el
público consumidor de moda en cada país con su realidad, y circunstancias de
vida individuales.
Sin embargo la moda, siempre inquieta y curiosa,
muchas veces vuelve al pasado para reinventar sus orígenes y actualizarlos, y
en este sentido, es común encontrar por ejemplo diseñadores que toman un estilo
antiguo y lo modernizan en un contexto nuevo a través de prendas diferentes y
arriesgadas que sin perder su actualidad evocan esos momentos históricos
pasados. También estilistas de moda con una sensibilidad especial y un gusto
exquisito, muchas veces eligen para sus
editoriales temáticas históricas, ofreciéndonos verdaderas maravillas
fotográficas llenas de pasado y presente a la vez.
Como podemos ver, la historia, con sus
contradicciones, sus vivencias, su contenido profundo, etc. siempre vuelve,
siempre es parte de nuestra vida y siempre determina nuestro futuro, inclusive
en la moda. Es un reflejo de nosotros mismos, de lo que hemos sido y de lo que
escogemos ser en la actualidad, con lo cual siempre debemos tenerla presente en
todos los niveles, pero especialmente como fuente creativa inagotable. Quiero concluir este post con algunas
imágenes de pasarelas y editoriales de moda que he encontrado en el maravilloso
mundo de internet, que son evidencia del talento y la sensibilidad con los que
la moda re-interpreta actualmente la indumentaria de las primeras
civilizaciones.
Feliz Semana y Hasta la Próxima!!
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