Siempre he defendido la idea de que el trabajo de un
diseñador de vestuario escénico (bien sea para teatro, cine o tv) guarda más
semejanzas que diferencias con el trabajo de un diseñador de moda. Ambos tipos
de diseñadores comparten procesos
comunes: búsqueda de inspiración, desarrollo de paneles temáticos, primeros
bocetos, delimitación de propuestas finales, realización de fichas técnicas,
selección de tejidos, supervisión del proceso de realización, pruebas con
prototipos, producto final, acabados y detalles. La diferencia está en que en
moda se diseña para personas reales que usarán las prendas de vestir creadas en
su día a día o para alguna ocasión especial, mientras que en el vestuario
escénico se diseña para personajes de ficción que están tomados de la realidad
pero que se desenvuelven en un espacio físico-temporal planteado por un texto
dramático y desarrollado dentro de la visión de un director teatral.
En el caso del vestuario escénico, son el texto
dramático, el tipo de proyecto (género y formato) y la visión del director los
que determinan y a la vez condicionan los elementos de diseño, definiendo los
tejidos a utilizar, las gamas de color, las texturas y acabados, así como el
diseño propiamente dicho.
Si bien en moda la temporada y las tendencias, así
como las demandas y necesidades del mercado, condicionan los procesos creativos
de los diseñadores, también es cierto que tienen más libertad en el sentido de
que son ellos quienes deciden qué hacer. Su condicionante vendría dado quizá
por los niveles de “ponibilidad” o “característica comercial” que deben tener
sus diseños para venderse en el mercado, pero definitivamente los diseñadores
tienen la última palabra y la
posibilidad de elegir qué tanto o qué tan poco arriesgan en sus propuestas.
El vestuario escénico funciona diferente. El
director con su propuesta estética general, el equipo de producción con sus
presupuestos asignados, el texto escénico como determinante de situaciones
dramáticas, y el elenco con sus necesidades escénicas, condicionan
significativamente el proceso creativo del diseñador de vestuario. Sin embargo,
está permitida la fantasía y el vuelo creativo, el “no realismo” y el juego en
colores, texturas, etc., cosa que en moda está más condicionado por los cánones
del mercado propiamente dicho.
Ambos trabajos de diseño son maravillosos y
enriquecedores, y en definitiva requieren de talento, formación y disciplina
para ser desarrollados.
En este post quiero compartir con ustedes lo que fue
el diseño de vestuario de mi reciente espectáculo “De Amor y Flamenco”. Como
hemos venido comentando en posts anteriores, se trata de un trabajo de danza
teatro, escrito y dirigido por mí, que he tenido la oportunidad de presentar en
Caracas en estos días de mayo.
Al ser la autora y directora del espectáculo, tenía
muy claro lo que quería del vestuario: necesitaba principalmente un vestuario
funcional y cómodo, que permitiera a las bailarinas-intérpretes moverse con
facilidad, tanto en los movimientos de danza y flamenco, como en los más
teatrales. Por otro lado, toda la estética del espectáculo fue pensada en tonos
rojos con diversos matices y colores complementarios que variarían en función
del estado anímico que se deseaba trasmitir a lo largo del mismo, con lo cual
cada momento escénico debía tener una tonalidad acorde con la etapa de la
evolución del sentimiento amoroso que se estaba contando. Además de ello, el
tipo de flamenco que se baila en este espectáculo no es para nada tradicional y
típico, sino con movimientos y acciones fusionadas con la danza y el teatro,
con lo cual el vestuario tampoco podía mantener los códigos propios del traje
de flamenca sino que debía ser más versátil y arriesgado. Y finalmente, las
bailarinas salían poco de escena, sus tiempos para cambios de ropa eran casi inexistentes,
por lo que necesitaba que el vestuario fuera multifuncional, de forma que
poniendo una prenda o agregando algún elemento ya se transformara, sin que
hubiera la necesidad de hacer grandes cambios.
Fue por ello que diseñe un body y un pantalón base
sobre el cual se iban incorporando prendas superiores, que se ponían y quitaban
con facilidad dentro y fuera de escena, según lo requiriera el montaje. En dos
momentos del espectáculo aparecían dos vestidos, principalmente para los
números de las solistas, para diferenciarlo un poco de los momentos en los que
estaba presente el cuerpo de baile completo.
En el caso de este espectáculo no existe una única
protagonista, sino que las 10 bailarinas en escena representaban a una misma
mujer enamorada pasando por todas las fases del sentimiento amoroso,
presentándola como si de una imagen multiplicada a través de espejos se
tratase. En este sentido, todas iban vestidas, peinadas y maquilladas
exactamente iguales, pero cada una aportaba su individualidad a esa imagen
colectiva del amor y de la mujer que se quería crear con el espectáculo.
A continuación les dejo algunas fotografías del
espectáculo, tomadas por el maravilloso fotógrafo Nicola Rocco, donde pueden apreciar detalles del vestuario y lo que fue la
puesta en escena. En alguna de ellas aparezco bailando también. Espero las
disfruten.
Y esto ha sido todo por ahora!. Espero pasen una
semana maravillosa!
Feliz Semana y Hasta la Próxima!!
Hola Katy, presentas una visión muy clara en la diferencia entre vestuario escénico y diseñador de moda. Tuve el privilegio de ver tu obra "De Amor y Flamenco" la cual la describo como una forma o manera de relacionar un sentimiento amoroso. Te felicito.
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