Frecuentemente encontramos escritos
que desde diferentes perspectivas temáticas
nos hablan de la "Seducción" como un fenómeno de fuerte
connotación sexual, y en este sentido, todos los referentes visuales y
contextuales en torno a este concepto están asociados a lo erótico. En moda por
ejemplo, pensar en seducción suele asociarse a poca ropa, escotes pronunciados,
trasparencias, prendas que marquen el cuerpo y a una actitud provocativa.
Recientemente he descubierto que la
"Seducción" es un tema mucho mas complejo e interesante, que guarda
una profunda relación con la personalidad y con la imagen, y que dentro de este
contexto la moda juega un papel fundamental.
La seducción abarca todos aquellos
rasgos del comportamiento y la actitud que predisponen a otros a fijarse en una
persona determinada, no basándose solo en lo material ni en el aspecto físico
sino en lo que hacemos, en todo ese juego psicológico y conductual que cautiva,
atrae y convence de que se es el objeto de su deseo. Es de alguna manera un
"arte del engaño" que genera como respuesta el deseo de poseer
aquello que lo produce, y no solo aplica a las personas, sino que también puede
abarcar objetos inanimados, ideologías y afectos. Además de ello, el acto de
seducir debe corresponderse con la personalidad, el carácter y el ser de la
persona que seduce, puesto que se trata de un comportamiento no verbal que
exterioriza aspectos de uno mismo.
Si llevamos todos estos elementos al
terreno de la moda, nos daremos cuenta que el acto de vestirse con un
determinado estilo, en función de nuestra personalidad y nuestros gustos, es
igualmente un acto comunicativo de nuestro ser, y puede volverse una
herramienta de seducción muy potente. No se trata solo de vestirse de forma
sugerente, sino de fascinar con cosas tan sencillas como una mirada, una
sonrisa, un ademan, nuestra postura corporal, nuestro perfume, etc., y que
además vaya en consonancia con los colores de nuestras prendas, su corte, sus
formas y sus líneas. La imagen personal es la carta de presentación del estilo
de mujer que somos y de nuestra capacidad para seducir, independientemente de
la intención con la que lo hagamos. Revela mucho de nuestra personalidad, de
nuestro matiz, y en este sentido, debemos cuidarla al máximo.
Podemos ser una mujer profunda e
intensa, de aire intelectual, con ideas fuertes y mucha personalidad
Podemos ser delicadas y etéreas,
frágiles y románticas princesas atrapadas en una sociedad dinámica y mecanizada
O quizá nos divierta más ser
ingenuas y sensuales a la vez, una mezcla casi accidental y tóxica, con efectos
explosivos sobre aquel que se nos cruce en el camino.
Y por qué no? También podemos ser
sensuales y atrevidas, explotar nuestra feminidad, nuestra sexualidad y belleza
más salvaje de forma descarada, enloqueciendo a todos con nuestro poder.
Podemos ser la mujer que queramos
ser, vernos y sentirnos como nos apetezca. Lo importante es que tengamos
seguridad en nosotras mismas, que tengamos nuestras ideas claras y sepamos
quienes somos, para que podamos vestirnos en consecuencia, que nuestra imagen
sea el envoltorio de todo ese potencial maravilloso que se esconde en nuestro
interior.
Las grandes musas de la feminidad y
la seducción lo han tenido claro siempre, y se lo han trasmitido a las
generaciones posteriores...
Ahora nos toca a nosotras jugar a
ser la mujer que queramos ser y seducir a todos con nuestra imagen y nuestros
encantos!! No es tan difícil como parece... Es solo cuestión de usar la
imaginación y dejarnos llevar por nuestra esencia. Los invito a intentarlo!!
Feliz Semana y Hasta la Próxima!!
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